Formar parte de la empresa “Ánforas de Mar” es cada día una aventura. Somos una especie de “agricultores submarinos” que de forma manual y con el paso del tiempo convertimos todo lo que tocamos en una patina arqueológica tan real, que todas nuestras piezas, tanto las ánforas, que son reproducciones de la tipología del Mediterráneo, como las esculturas y bustos que comercializamos, que son réplicas históricas de las esculturas más significativas del arte universal, parecieran estas sacadas clandestinamente de un pecio hundido en el que han permanecido durante más de 2.000 años. El procedimiento de envejecimiento natural al que sometemos a nuestras piezas tiene unas características que lo diferencian del resto del mercado, pues partió de una idea sin precedentes. Por esta razón nos concedieron la Patente de Invención en la oficina de Patentes y marcas españolas, por tener “Novedad mundial”.
Cuando Carlos era niño veraneaba en Las Negras, muy cerca de la Cala de San Pedro, un puerto natural con un nacimiento de agua dulce, protegido de los vientos de levante y de poniente. Estas condiciones lo convirtieron en refugio temporal y de abastecimiento de agua para los galeones en la antigüedad, por lo que se han encontrado muchos vestigios submarinos en él a lo largo del tiempo. Esta cala era muy famosa entre los submarinistas, sobre todo extranjeros, que acudían en busca de ánforas hundidas en el fondo marino galeones naufragados, bien por la mala calidad de las naves en esa época o por abordajes piratas. Él y sus amigos esperaban ansiosos la llegada de estos “héroes” a la orilla, donde incluso les ayudaban a descargar las piezas en la arena. Nada se podía comparar a esa emoción…
Y pasó el tiempo, y Carlos se hizo mayor. Aprovechando la obligación del Servicio Militar, nuestro protagonista, ya había sufrido el bofetón de la decepción al comprobar que sus ídolos, con sus sofisticados equipos de buceo profesionales, que nada tenían que ver con sus gafas, tubo y aletas, y que llegaban majestuosos a desembarcar sus tesoros, eran realmente “expoliadores marinos”, un arte precisamente penalizado por la ley hasta con cárcel. Estos tesoros submarinos eran realmente Patrimonio Histórico de la Humanidad, una gran fuente de información de la vida, usos y costumbres de nuestros ancestros y debían ser estudiados por arqueólogos para ponerlos al servicio e información del pueblo, y exponerlos en los museos de todo el mundo. Pero en el ADN de Carlos estaba el mar y era lo que le apasionaba, así que continuó soñando….
Al entrar a trabajar en una central térmica vio pasar ante sus ojos la oportunidad de cumplir su sueño: presentaría un proyecto, absolutamente respetuoso con el medio ambiente, para canalizar todo el rechazo de materia orgánica de la Central Térmica a través de tuberías submarinas, hasta verterlo en las piezas, acelerando su proceso de envejecimiento, y conseguir piezas que seguramente serían lo más parecido al recuerdo de esas ánforas que llevaba grabado en la retina desde su niñez.
Expusimos nuestra idea en un proyecto de la Diputación de Almería de la mano de sus asesores de empresa, que quedaron fascinados por la originalidad de éste y trabajaron con muchísima ilusión en la misma dirección que nosotros. Cuando el proyecto salió a concurso ganamos el primer premio a la “idea innovadora” y comenzamos nuestro periplo: un proyecto de investigación y desarrollo “I+D”, que tras un largo e intenso trabajo de “ensayo y error”, muchas horas de buceo y largos periodos de espera, finalmente encontramos la forma de cultivar las ánforas para envejecerlas de forma acelerada pero natural, con el paso del tiempo.
Al igual que los famosos perli-cultores de Asia, Carlos Abad tomó la decisión de convertirse en un “ánfora-acuicultor”. ¡El único en el mundo en su profesión! Solicitó un permiso de concesión a la Central Térmica para llevar a cabo su “ánfora-acuicultura”, en un área específica dentro de la dársena del puerto, combinándolo con su trabajo en la Central Térmica.
Esta dársena era el lugar perfecto para llevar a cabo su “ánfora-cuicultura”, ya que se trataba de una especie de piscina de 26.000m2 donde recirculaba en bucle todo el rechazo de vida marina de la central. Cada hora, se generaba un vertido a la dársena de vida marina de 150.000m3 de agua (el caudal de un río, para que lo entendáis). Todo ese plancton haría que la dársena se convirtiera en una especie de abono concentrado generador de zooplancton y aceleraría el proceso de envejecimiento de las piezas.
Finalmente, después de un estudio exhaustivo se llevó a cabo una obra submarina muy técnica y específica. Se dispusieron todas las tuberías bajo el mar con el objetivo de desviar la materia orgánica que estaba atrapada recirculando en continuo en el sistema de refrigeración de esta central, hasta conducirla hasta nuestra dársena privada donde yacen las ánforas apiladas para abonarlas como si de plantas se tratara con esta concentración de plancton submarino. Este rechazo estaba abocado a fosilizarse contra las rejillas de la aspiración de agua, tapándolas e impidiendo que el agua pudiese pasar a refrigerar los condensadores de la central. Al disminuir el caudal de agua de refrigeración por esta película orgánica, se interrumpía el proceso de refrigeración de la central y había que proceder a una limpieza exhaustiva de lijado para eliminar toda esta placa de concreciones adherida que se generaba por la velocidad con la que entraba el agua por los filtros y eliminarla en su totalidad. Al desplazar el desecho sobrante por estas tuberías instaladas por Ánforas de Mar, conseguimos hacer de filtro de barro natural con nuestras ánforas para la central.
Tres años más tarde ya queríamos ver los primeros resultados. Pero nos dimos cuenta de que como las ánforas no eran antiguas, el barro no estaba lo suficientemente deteriorado, por lo que la flora y fauna microscópica resbalaba y no podía anidar sobre ellas. Así, cuando salían del mar con buen aspecto después de su cultivo, y comenzaban a secarse, la primera capa marina se caía y dejaba ver el barro color arcilla en todo su esplendor. Tuvimos que proceder a otro estudio y concluimos en que había que deteriorar el barro antes de sumergirlas en el mar. Estudiamos varias hipótesis pero la que prevaleció fue la de hacer una electrólisis previa al barro, que consistía en sumergir las piezas en piscinas con ácidos, sales y corriente continua. Y resultó ser efectivo, y de nuevo todo continuó su curso.
El nombre del ánfora que vemos ahora en la fotografía es la modelo 21 “Bética”. Esta pieza se usaba para el transporte de salazones y era del sur de la península, Andalucía. Primero se sacan del mar cuando se considera que ya ha pasado el tiempo estipulado para su cultivo, podemos observar en esta fotografía que el proceso es totalmente manual, todas las piezas se “sacan a mano” y una a una, como si de peces se tratara.
Ánforas de Mar nació sobre todo, con la idea de ser una alternativa al expolio marino. Para ello, se realizan reproducciones de ánforas de la tipología del Mediterráneo recreadas por maestros artesanos como antaño, para cultivarlas después bajo el mar, gracias a nuestro procedimiento innovador y totalmente respetuoso con el medio ambiente, sostenible y ecológico. El proceso de envejecimiento bajo el mar al que sometemos a nuestras piezas es totalmente natural, un recurso regenerador de zooplancton, por lo que el orden natural de la vida marina no se ve afectado. Consiste en aprovechar el rechazo de vida marina de una central térmica que circula dentro de un circuito de refrigeración, y canalizarlo a través de tuberías submarinas hasta verterlo en la dársena de nuestro puerto privado, donde yacen las piezas.
Esta ánfora modelo 21 ya ha terminado su periodo de cultivo, proceso que oscila entre 3 y 5 años. Ha sido sacada del fondo marino y ahora se encuentra en la pontona, donde otro buzo espera su turno para sacarla del agua. Su aspecto después de todo este tiempo es completamente arqueológico, y muy fácil de confundir con las ánforas antiguas rescatadas de los naufragios hallados en todo el mundo.
El nombre del ánfora que vemos ahora en la fotografía es la modelo 21 “Bética”. Esta pieza se usaba para el transporte de salazones y era del sur de la península, Andalucía. Primero se sacan del mar cuando se considera que ya ha pasado el tiempo estipulado para su cultivo, podemos observar en esta fotografía que el proceso es totalmente manual, todas las piezas se “sacan a mano” y una a una, como si de peces se tratara.
Aquí podéis como Carlos inclina la pieza para que salga todo el barro. Este es el siguiente paso, sacarles el fango que llevan dentro. Es fundamental seguir las pautas de este estudio de I+D al detalle, ya que si no se limpiara la pieza por dentro de todo el fango acumulado, al sacarla para proceder a su secado, éste se quedaría atrapado solidificándose y después costaría muchísimo más trabajo, además de perder mucho tiempo y esfuerzo.
El ánfora en cuestión, la modelo 21 “Bética”, era usada en la antigüedad para el transporte en barco de salazones, por ello su boca es notablemente más ancha. Otro buceador recoge el testigo y la lleva escaleras arriba para proceder a su limpieza exterior. Hay que quitarle el fango que quede adherido a su superficie con agua a presión, para que nos permita ver realmente la capa superficial y comprobar que sea más o menos homogénea.
Posteriormente, las buceadoras las llevan al circuito de lavado y secado. Para conseguir estos colores formados por diferentes ecosistemas, los buceadores las someten a un circuito natural donde se mueven, voltean y cambian de lugar a diferentes zonas de la dársena durante los 3-5 años que dura su cultivo para obtener la máxima concentración de flora y fauna posibles. Este circuito consiste en pasar por lugares en sombra debajo de las rocas, zonas de arena, de menos y más profundidad, con más y con menos luz, etc. El aspecto final dependerá de las condiciones marinas. Y como podéis ver en la foto…¡La realidad supera a la ficción!
De nuevo vemos el ánfora modelo 21 “Bética” en proceso de secado en las instalaciones de Ánforas de Mar. El único requisito para su secado es su exposición al sol durante un periodo que puede oscilar entre 1 y 3 meses según la estación del año. Al fondo podemos observar la esfinge, una réplica realizada en mármol reconstituido que tiene una historia muy mística en la mitología griega que veremos más tarde.
Ya tenemos preparado el Mehari, el peculiar transporte de verano de “Ánforas de Mar”. Las ánforas y otras piezas, tras su secado al sol, se cargan en los vehículos y se van llevando a nuestros almacenes donde se procederá a su manufacturación. Las piezas más grandes se colocarán en estanterías según modelos. Otras se quedarán en nuestra exposición o showroom para que los clientes puedan verlas de cerca y al máximo detalle y poder elegir la suya.
En esta otra foto podemos observar una nueva pieza, la modelo 1 “Barcino” recién sacada del mar. Pasando el control de calidad. Se trata de una reproducción de las ánforas romanas de tipo Dressel Catalán. El inicio de su producción data de la época de Augusto en el siglo I a. C. siendo utilizadas hasta el siglo II d. C.
Se fabricaban en el Mediterráneo Occidental, en los talleres de la costa norte mediterránea de Hispania (actuales Cataluña y Valle del Ebro), concentrándose su producción en los hornos de las principales ciudades romanas de la zona, como Barcino y Tarraco (actuales Barcelona y Tarragona).
Tres años más tarde ya queríamos ver los primeros resultados. Pero nos dimos cuenta de que como las ánforas no eran antiguas, el barro no estaba lo suficientemente deteriorado, por lo que la flora y fauna microscópica resbalaba y se caía, no podía anidar sobre ellas. Así, cuando salían del mar con buen aspecto después de su cultivo y comenzaban a secarse, la primera capa marina se caía y dejaba a la vista el barro color arcilla en todo su esplendor. Tuvimos que proceder a otro estudio y concluimos que había que deteriorar el barro antes de sumergirlas en el mar. Estudiamos varias hipótesis pero la que prevaleció fue la de hacer una electrólisis previa al barro, que consistía en sumergir las piezas en piscinas con ácidos, sales y corriente continua. Este proceso resultó ser efectivo, y de nuevo todo continuó su curso. El nombre de este ánfora que vemos ahora es la modelo 21 “Bética”. Esta pieza se usaba para el transporte de salazones y era del sur de la península, Andalucía.
Aquí podemos ver cómo se procede al vaciado completo del interior de las piezas, que por lo general van cargadas de fango.
Para la limpieza de las piezas se colocan en unas cuadrículas de acero inoxidable donde se van pinchando boca abajo, alguna vez nos ha sorprendido “y a él aún más” la estampida de un pulpo asustado que ha salido de dentro del ánfora, al que seguramente hemos despertado de su descanso matutino y con las patas llenas de chinorro, correr hacia el agua como si estuviera poseído. Allí permanecerán el tiempo necesario y después de nuevo una a una se irán cubriendo de plástico de pompas para que no se rocen unas a las otras y puedan perder parte de su pátina o peor, pueden romperse completamente con el movimiento.
La podemos ver cubierta de fango porque todavía no ha pasado por el proceso de limpieza de agua a presión, por esa razón la vemos un poco más apagada. Tras una limpieza exhaustiva aparecerá en su superficie toda la belleza que las caracteriza, que es lo más parecido al rostro del fondo del mar.
Tras una limpieza exhaustiva de la superficie de la pieza, ya está a punto de ser transportada al almacén, lavada y limpia y tras un mes de secado en las instalaciones de Ánforas de mar. ¿Quién no desearía llevarse un tesoro del mar a casa? Una pieza de este tipo luciendo en uno de los soportes que hemos diseñado para ellas. Ahora tienes la posibilidad de tener un recuerdo directo del mar, una pieza única para cuando se acaben las vacaciones y volvamos a la cotidianidad esta pieza nos recuerde siempre esos días de buceo o snorkel o aquel paseo en barco.
Aquí llega otra pieza, cada una de ellas es una obra maestra irrepetible, diferente a las demás. Un regalo que el mar ha diseñado para ti, un tesoro de ahora mismo. Esta vez es un ánfora modelo 30 “Balear”. Su boca es estrecha porque se usaba para el transporte de aceite y por supuesto que es también Ibérica, de la Andalucía Romana.
El buzo comprueba en primera instancia que está completa y no le faltan ni las asas, ni el pico y, que en conjunto está completa. Contamos con muchísimos cascotes de ánforas que se han ido rompiendo por el choque entre ellas y por el movimiento de estas. Al principio sufrimos muchísimo por estas mermas que nos pasaban factura y se amontonaban rotas en el fondo marino. Es muy difícil que al girarlas y/o cambiarlas de lugar no sufran golpes y se acaben rompiendo.
Para acabar con este problema también buscamos una solución sencilla. Al documentarnos nos dimos cuenta que en la mayoría de libros editados con las distintas tipologías realizadas por distintos arqueólogos, las evidencias físicas de piezas completas eran muy pocas, lo que abundaban eran los fragmentos y cascotes de estas piezas porque la mayoría estaban reconstruidas con dibujos. Además del expolio que existe con este tipo de ánforas, evidentemente después de una tormenta y el posterior naufragio a muchos metros de profundidad, la probabilidad de encontrarse “enteras” era mínima.
¡Vamos a llenar de nuevo la zodiac! Cada vez que sacamos ánforas del mar, lo hacemos por modelos, en este caso, estamos sacando ánforas modelo 39 “Gata”, una pieza mediana no excesivamente pesada pero por su tamaño es muy demandada, ya que es ideal para estancias que no sean muy grandes. Este modelo está basado en las Beltrán 72 cuya producción se dio entre la mitad del siglo III y el siglo V d. C. No es aún bien conocida la producción de esta forma en Bética (Andalucía) pues sólo está atestiguada en los hornos de Los Matagallares de Salobreña (Granada). Se supone que se utilizaba para contener y transportar salsa de pescado por su forma pero no hay muchas evidencias de ello.
Seguimos sacando ánforas del mismo modelo. Comentábamos antes que nuestro procedimiento es totalmente manual. Las ánforas se van sacando una a una, como podéis observar en esta foto.
Primero se busca la pieza según la fecha de entrada que tendrá en una nota plastificada. Después los buceadores limpiarán la parte del ánfora que está en contacto con el fango para desenterrarlas y que no haya roturas al tirar de ellas, pues si tiramos y están muy hundidas o tienen mucho fango dentro, se romperán. Una vez que se ha liberado del fango procedemos a introducir un poco de aire a través de la boca de la pieza con una pistola de aire comprimido, así saldrá hacia la cota cero como si fuera un cohete y al llegar al exterior, otro buzo la recogerá, le hará soltar todo el fango y la colocará con el resto de ánforas, y así continuamente hasta llenar la zodiac hasta la zona de tierra.
Mínimo se sacarán unas 25/30 ánforas de cada modelo para preparar y almacenar. De estas sacamos varias, así que hay que ir pensando en dar el relevo, pues es muy cansino. Seguimos sacando ánforas “Gata”, pero esta vez lo hacen nuestras buceadoras porque los chicos ya están muy cansados.
Una nueva pieza que aún no había aparecido en primer plano es la escultura de la esfinge, hecha en mármol reconstituido y sometida a nuestro proceso de envejecimiento acelerado bajo el mar, saliendo del fondo de la dársena del puerto donde se ha cultivado, resurgiendo de las aguas con tal aspecto que parece que hubiera viajado en el tiempo durante siglos.
La esfinge es la réplica de una escultura mitológica un tanto desafiante. Con esta escultura realizamos el mismo proceso, la sacamos del mar, la trasladamos a la zona de secado a presión y la dejamos secar al sol.
Al principio los chicos creyeron que ellos podían sacar la esfinge del mar, pero como siempre, las chicas tuvimos que ponernos manos a la obra y darles el último tirón, ¡Nunca mejor dicho!. En Ánforas de mar creemos en el funcionamiento de la empresa pensando más en las personas. Si cada uno de los integrantes del equipo se siente valorado, se potenciará el compromiso y esto repercutirá en que los objetivos que tengamos se cumplan mejor. Si impera la ilusión, todo es posible.
El equipo de Ánforas es polivalente. Siempre dispuesto ante cualquier adversidad, echando una mano para trabajar en una misma dirección. El caso es que hemos subestimado el peso de la esfinge y al final todos hemos tenido que arrimar el hombro.
En este caso, para el traslado de la esfinge a la zona de secado, han hecho falta más de 4 manos, y más de 6… Esta escultura ha tenido que ser desplazada entre 4 personas, pues a pesar de que las esculturas que comercializamos no son de mármol macizo, si no que están rellenas de poliespan expandido de alta densidad y recubiertas por una capa de 2,5cm de un 80% de mármol aglutinado con un 20% de resina, el mármol no es inapreciable, y suelen pesar también bastante (aunque nada comparado con las de mármol macizo).
Tras mucho esfuerzo en trasladarla, la esfinge ya está colocada en la zona de limpieza y secado y se procede a lavar su superficie con agua a presión tal y como se procede con todas las piezas que salen de nuestros almacenes submarinos. Esta réplica antes con una malvada vida, paga sus pecados convertida en una pieza en mármol reconstituido, esperamos que la energía del mar no le haya dado alas “precisamente” y cobre vida para intentar preguntarnos uno de sus famosos acertijos.
Y os preguntaréis qué es eso de los acertijos… Pues bien, cuenta la mitología griega que la esfinge que os presentamos en esta escultura de mármol reconstituido era un ser malvado. Se movía en el entorno funerario y se dice que era la guardiana y protectora de los muertos, pero pasaba de un lado a otro cuándo lo deseaba. Tenía a todo Tebas conmocionado con sus enigmas.
Este ser mitológico hablaba con voz humana y asaltaba a los transeúntes en plena calle para hacerles preguntas, de las cuáles la mayoría no parecían tener respuesta. Así conseguía comerse a sus víctimas si no decían la respuesta acertada. Era muy despiadada y disfrutaba de ello. Fue Edipo el que le acertó uno de estos acertijos y la Esfinge ciega de rabia, se arrojó desde una montaña muy alta para morir.
El Mehari ya está preparado para dar el último viaje. Hemos decidido llevarla cuanto antes, no vaya a ser que le de por hacer cosas raras… nos la llevamos hacia los almacenes y el showroom de Ánforas de Mar. En nuestra exposición abierta al público (que se puede visitar bajo cita previa).
¡Por cierto! Algo que no os hemos contado es que también hemos llegado a cultivar vino. Decidimos meter unas botellas de vino para ver el cambio que sufría éste bajo el mar. Para ello hicimos la cata de un vino tinto comprado en una bodega y las dejamos como nuestras ánforas durante 3 años. Al volver a hacer la cata uno de nuestros amigos más escépticos, nos tuvo que felicitar, pues el vino había cambiado para bien y tenía más cuerpo y solera que cuándo entró a la dársena. Ahora lo regalamos a nuestros amigos y celebramos cuando llega el momento.
Vistas más de cerca hasta las botellas de vino salen como una belleza espectacular, con toques de coralina y de esponjas rojas naturales, dignas de conservar para decorar con ellas algún mueble o estantería de casa, o bien, de una vinoteca o una bodega.
Procedemos a recoger todos los aperos y utensilios de trabajo. Comenzamos con la limpieza del barco, también los trajes de buceo con agua dulce preparados para utilizarlos el próximo día. Por fin la jornada termina, se adivina el cansancio en la cara de los trabajadores y al mismo tiempo la satisfacción de haber realizado un trabajo bien hecho. Orgullosos de haber conseguido los objetivos marcados.
Pero después de la tempestad llega la calma. Y en Ánforas de Mar el trabajo bien hecho se celebra. Estos vinos los tenemos reservados para amigos y situaciones especiales. Lo cierto es que la mayoría de los vinos que hemos cultivado de los hemos regalado a nuestros clientes porque en lugar de clientes, cuando vienen a visitarnos y a conocer el proceso y la empresa en sí, acaban haciéndose amigos, ¡Así que con quien mejor que tomarnos con los vinos que con nuestros amigos!
En el showroom de Ánforas de mar te esperamos con los brazos abiertos, hay cientos de ánforas y lámparas de todos los modelos, formas y tamaños, y nuestras originales pantallas de lámpara que están hechas de lino o de red de pescadores, además de algunos bustos y/o esculturas, collages a medida, que son composiciones verticales u horizontales simulando un pecio hundido fuera del mar, cascotes y trozos de ánforas para decoración, que se dejan en el mar durante mucho más tiempo para que los cantos rotos se vayan cubriendo de la flora y fauna marinas, consiguiendo al fin una pieza como recién sacada de un pecio romano, fenicio, etc.,
¿A qué esperas para formar parte de esta familia?
¡Escríbenos!
Las ánforas volcánicas son de un color oscuro, como la tierra volcánica, con tonalidades rosáceas que simulan la lava incandescente, por donde vemos el efecto de grietas en el barro. Este color de tierra es muy propio de las zonas volcánicas del levante peninsular y de la isla de Lanzarote, zonas de emisiones violentas de magma a la superficie terrestre.
Las ánforas de barro refractario están hechas de un barro muy resistente a altas temperaturas que simula las piezas de antaño hechas en hornos de leña. Su aspecto es muy arqueológico, ya que su pátina exterior es más vasta e irregular, y tiene tonalidades muy versátiles.
Nuestras reproducciones están realizadas en mármol reconstituido, con un 80 % de mármol en su composición obtenido de Macael seleccionado por su pureza de blanco.
La formulación empleada, además de aportar un aspecto marmóreo real, dota a nuestras reproducciones de una excelente resistencia mecánica y estabilidad ante los agentes atmosféricos atmosféricos como el agua, cambios de temperatura, hielo, y radiación ultravioleta, lo que permite que además de su utilización en interiores sean muy adecuadas para decoración de exteriores.
El acabado de las piezas se hace de forma ordinaria en mármol más o menos envejecido, pudiendo ir desde el blanco puro a acabados con aspecto arqueológico. De forma estándar las piezas se acaban con un aspecto ligeramente envejecido, pero el cliente puede determinar en su encargo el grado de envejecimiento que prefiera. Para esto se utilizan pátinas a base de óxidos estabilizados e inalterables en el tiempo. También estarían disponibles otros acabados como terracota, piedra arenisca o caliza o acabados en color definidos por el cliente.
En este caso, tras darle el acabado arqueológico, se han sometido a nuestro proceso de envejecimiento acelerado bajo el mar y han resurgido de las aguas con tal aspecto que parezca que hubieran viajado en el tiempo durante siglos.
Nuestras reproducciones están realizadas en mármol reconstituido, con un 80 % de mármol en su composición obtenido de Macael seleccionado por su pureza de blanco.
La formulación empleada, además de aportar un aspecto marmóreo real, dota a nuestras reproducciones de una excelente resistencia mecánica y estabilidad ante los agentes atmosféricos atmosféricos como el agua, cambios de temperatura, hielo, y radiación ultravioleta, lo que permite que además de su utilización en interiores sean muy adecuadas para decoración de exteriores.
El acabado de las piezas se hace de forma ordinaria en mármol más o menos envejecido, pudiendo ir desde el blanco puro a acabados con aspecto arqueológico. De forma estándar las piezas se acaban con un aspecto ligeramente envejecido, pero el cliente puede determinar en su encargo el grado de envejecimiento que prefiera. Para esto se utilizan pátinas a base de óxidos estabilizados e inalterables en el tiempo. También estarían disponibles otros acabados como terracota, piedra arenisca o caliza o acabados en color definidos por el cliente.
La técnica de vaciado utilizada por nuestra empresa ha sido desarrollada y perfeccionada durante años, lo que la convierte en exclusiva, permitiendo el vaciado de grandes piezas a un coste razonable, pues reduce muy significativamente el tiempo y el trabajo requerido para obtener reproducciones de altísima calidad de piezas de tamaño considerable.
El proceso es, como en todas las reproducciones por vaciado, obtener mediante moldes las partes más grandes posibles. A veces es posible obtener la escultura completa, pero lo normal es que la complejidad de la pieza debido a la postura de las extremidades, ropajes, etc., no permita esto y haya que hacerlo por piezas más pequeñas que luego hay que unir sin modificar la escultura en su conjunto y sin que se aprecien las uniones.
Los moldes, obtenidos de piezas perfectamente acabadas, se realizan íntegramente en nuestros talleres utilizando materiales de la más alta calidad y técnicas muy depuradas, permitiendo la obtención de reproducciones idénticas incluso en los mínimos detalles.
Gran parte de nuestra colección de escultura proviene de los fondos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que desde el siglo XVIII, comenzó a reunir una colección de reproducciones de las obras más apreciadas de la antigüedad.
Muchas de estas piezas provienen del Vaticano, del Museo Capitolino, de los palacios de los Ludovisi y los Borghese, así como de obras adquiridas por Felipe V a Cristina de Suecia y al marqués del Carpio. Un gran número de ellas provienen de la donación del rey Carlos III a la Academia procedentes de Pompeya y Herculano. También el pintor Anton Raphael Mengs dona una importante colección de piezas que reprodujo en Roma a lo largo de muchos años.
Además de las piezas obtenidas a través de la Academia de Bellas Artes, en nuestra colección hay un gran número procedentes de la adquisición de reproducciones en diferentes museos del mundo y de originales pertenecientes a colecciones privadas.
En todos los casos nuestras piezas son reproducciones fieles de estos originales seleccionados por su singularidad singularidad y belleza.
Son reproducciones de ánforas antiguas de la tipología del Mediterráneo. Se realizan a mano por maestros alfareros, siguiendo técnicas milenarias de las antiguas civilizaciones. Estas piezas se someten a un proceso de electrólisis con ácidos, sales y corriente continua, con el fin de deteriorar el barro para que se haga más poroso. Las hay en color marrón y en color negro, como se muestra en las imágenes respectivamente.
Las ánforas con vida marina están hechas a mano y sometidas a un proceso de envejecimiento acelerado bajo el mar durante un periodo de tiempo de 3-5 años.
Este procedimiento es totalmente natural, sostenible y respetuoso con el medio ambiente, ya que se trata de un recurso regenerador de zooplancton.
Aprovechamos el rechazo de vida marina que recircula dentro del sistema de refrigeración de una central térmica, y la conducimos a través de tuberías submarinas hasta nuestros viveros, donde yacen las ánforas bajo el mar, acelerando el proceso de envejecimiento de estas piezas que quedan dotadas de toda la belleza de la flora y fauna: la pátina del mar.
En la página del producto deseado, tras pinchar en la pestaña naranja “Añadir al Carrito”, abajo del todo, te aparecerá en letras mayúsculas: “TOTAL DEL CARRITO” y debajo “Envío”. Ahí podrás ver las distintas agencias de transporte que pueden enviarte el producto (Correos, Correos Express, Zeleris, etc.), el tiempo que tardan y los precios de cada una. Puedes elegir la que más te convenga. Si por cualquier motivo no está satisfecho con su pedido, dependiendo de la distancia en km (dentro de la Península, Islas, dentro de Europa u otros países), dispone de un plazo entre 2 a 7 días hábiles a contar desde la fecha de recepción para devolverlo, si es que el producto no se corresponde al pedido realizado por Vd.
La calidad de los productos que ofrecemos radica en que nuestras piezas están hechas a mano por maestros artesanos, es decir, no están hechas en moldes, por lo que las dimensiones de las piezas serán muy aproximadas a las estándar, pero no serán exactas, pudiendo variar algunos centímetros.
Todas nuestras piezas tienen una presentación exquisita, acompañadas de una plaquita de acero inoxidable colgando del asa que acredita su origen, dónde se encontró, qué transportaba y a qué civilización pertenece; además de un pergamino que certifica que son reproducciones de ánforas antiguas. En pedidos de varias piezas, se puede solicitar información sobre la personalización de la parte trasera de la plaquita, customizándola con el logo de la empresa, el evento o la celebración que tenga lugar, fechas, mensaje, etc.
En cuanto al packaging de las ánforas, éstas se presentan dentro de un saquito de tela arpillera con hilo de cuerda bramante, y éste dentro de una caja que simula un cofre antiguo.
Nuestras piezas son reproducciones de ánforas antiguas del Mediterráneo hechas a mano por maestros artesanos y sometidas a un proceso de envejecimiento acelerado bajo el mar totalmente natural, ya que las auténticas no se pueden comercializar al estar prohibida su venta.
Se cultivan durante un periodo de 3-5 años para que la vida marina sobrante del proceso de refrigeración de una central anide sobre ellas fosilizándose y aportándoles la belleza de la pátina del mar.
Cada pieza es única e inigualable y lleva un pergamino en el que certificamos que se ha elaborado en los fondos marinos junto al Parque Natural Cabo de Gata-Níjar mediante un proceso natural y que su aspecto final dependerá de las condiciones marinas. Así, el envejecimiento del producto que le servimos no será exactamente igual a la imagen que se muestra en nuestro catálogo, pero sí muy parecido, debido a que son la flora y fauna marinas las que se encargan de su decoración y aspecto final. Además, al estar hechas a mano las dimensiones de las piezas serán muy aproximadas a las estándar, pero no serán exactas, pudiendo variar algunos centímetros.